2/1/09

Rocío Cerón

Rocío Cerón (Ciudad de México, 1972)














POEMAS


Acaso ayer. Entre pliegues y un arma

I.
Doblado el brazo, echada el arma a las espaldas, inseparable de esta casa
—que es mi dolencia— llevo lo que queda / lo que se va / lo que se entume
hasta la alta cima —canícula— donde habitan los violentos.

Durante cierto aroma a ráfaga (verbo rafagear diría mi amigo Héctor,
vencido ya por los toneles del licor y la impotencia) entreveo la Belleza:

—pólvora sangre hedor de vísceras—

Un cuerpo infante / un infante deshecho de cuerpo

y solo, hechizado, siento palpo la superficie herida.


II.
Mi madre entraba a la cocina, en busca siempre del comino, una pierna de cerdo especulaba entre el estanque dorado del vinagre, entre comisura y comisura ésta mujer (pecho, amor y leche tierna) mascullaba una frase:

—“La guerra nace del hambre. No importa de qué. La
guerra nace del hambre. No importa de qué. La guerra
nace del hambre. No importa de qué. La guerra nace del
hambre. No importa de qué. La guerra...”—

Mientras yo recorría con la mirada los pliegues de su falda

/ la promesa de sus piernas mundo / el regreso hacia su cuerpo patria

y en las calles dormitaba una ciudad caída en desgracia —altoparlantes, gritos, elecciones de ideas, presagio de la furia— sumida en el asalto de una líquida modernidad donde todo se figura y nada toma forma.


III.
Un cuerpo son cien cuerpos / cien cuerpos son un cuerpo / tiento.

Andar así, desprotegido —el arma balanceándose no sirve de nada ante la bomba— ocupado en formar la dimensión y los límites de un acecho / asedio. Preguntarse cada mañana cuánta espada, bala o granada, cuántos muertos, qué motivo, cuándo ser el perseguidor, cuándo el vencido, cuándo el victorioso, cuándo ir a la ofensiva, cuándo someter a la invasión, cuándo el agón, hacia dónde la furia combativa, cuándo el exterminio, cuándo deponer las armas, cuándo el acuerdo, cuándo el armisticio, cuándo el olvido.


IV.
Recuerdo a mi madre, sus silencios. Sentada en el patio delantero de la casa, el sol de invierno quemando sus mejillas. Callada. Los pasos rápidos de mi padre, buscando por los cuartos lo mínimo: su arma (Browning HP-35. Trece tiros) antes de salir. Callada. El soldado que vino a preguntar cuántos hombres vivían en casa. Callada. La desaparición de su hermano a manos de los radicales. Callada. El día en que partimos su hijo menor y yo hacia el cuartel. Callada. La muerte de mi hermano a manos de un francotirador. Callada. Su propia muerte, callada.


POEMAS TOMADOS DE:

Litoral (filodecaballos, 2001), Basalto (Ediciones sin Nombre-CONACULTA, 2002), Soma (Ediciones Eloísa, Buenos Aires, Argentina, 2003) y Apuntes para sobrevivir al aire (Ediciones Urania, 2005)