1/1/09

Cecilia Juárez

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Cecilia Juárez,
Toluca, Estado de México, 1981.









POEMAS




V. Segundo lamento. El himno de los hombres presos.

¡Salve un insalubre sabio la celda de tu seno injusto!

Sobre la saliva cabalgamos sobre la sílfide que prometiste
sentados en tu sombra despegamos apenas del suelo de los cariados pies
las lenguas dolorosas en espera de sentencia en espera
de satisfacer los ardores las licencias calladas por tu faz que nos desprecia

¡Salve un pez tu sorna dolorosa el arpón celeste el desamparo!

Insanos los lamentos las rocas que comemos hartos
los intestinos del silencio saludamos la cólera suya
el desprecio es solamente falso indicio sacudida sorda mas
nosotros nos postramos únicos de vergüenza enrojecidos
gloriosa mesnada que sabe cómo extender sus vísceras
destriparse al cielo soberbio a la cigarra insoluta
que seduce con su omnipotencia la diosa del suplicio

¡Salve la constelación de del cirujano tu salmo anquilosado!
Si no fuese tu sobaco el salario de los otros
ínfimo salterio cuya nota ni excomulga ni santigua
si no fuesen calzas para nosotros tus dominios si no fuesen
norte los gritos las ausencias rumbo hipogrifo las ninfas
si los macabros cesaran sus rosarios envueltos en código de espinas
si las astromelias sus pistilos si la saga del señalado así la risa
si no fuésemos seríamos otra cosa que del mundo se duele y se lastima

¡Salve la mística del sebo salvaje salve y salve
la siempre anonadada la insufrible
salve la diosa del desorden en su hambre
viva nuestra sed insaciable en sus jardines!

IX. Invocación de la lluvia.

Llora
como lloraron los creadores del mundo al momento de
observar su obra maniquea
llora igual que el rebaño de perdidos busca con hocico interfecto
calor entre la escarcha.
Anchas veredas exigen la voz de tus plumajes cristalinos
los pies erguidos de la tierra precisan tu dolencia a cuentagotas
el ardor que ciñe los pómulos de hiena beatífica
Que tu llanto inunde los palacios
árboles de pérsimos márgenes
peatones en quienes la muerte escoge su labor de perra solitaria
Muerdan tus lágrimas el pregón del trigo
tus velas izadas muerdan el menester desgraciado del agravio
muerdan la tierra el veneno que nos nutre
hachas templadas del insomnio
la suerte de haber perdido
la balada sin fe del eremita

El agua cargará las cáscaras del tedio
pasión tendida y dolorosa
de todos los hombres que te habitan
con el miembro rendido
entre las manos.

XII. Sobre el carácter dorado.
La luminosidad emprendida por el canto reo
El estertor súbito del oro que a mordidas
La insomne dulzura de su trigo hambriento
El dolor que se yergue con los frutos y derrama
Los hilos abandonados de la rabia
El tropel de gemidos la tiniebla
La convicción de joya y de semilla
en el derretimiento de la sangre que huye y aparece
Magia pura bramido hacia los cielos
Fe que ante la sagacidad sucumbe
Onomatopeya de la tierra
rosas muertas entre ramos de fluidos
el deseo que late como orca
la brevedad de la muerte en las rodillas

Nadie es el profeta
Nadie es poeta en la tierra prestada de la gloria
Nadie acierta a conocer la luz
que los enceguece y que los seda.


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POEMAS TOMADOS DE:

Muerte para el coño dorado de Lavernia, Grupo Literario Mirabilis, Toluca, México, 2006


* Imagen de Fred Folsom "Danse Macabre"