22/1/09

Julia Sarachu

Julia Sarachu,

Argentina, 1978.


Poemas


Autoconsistencia

Soy cauta,
y no quiero pronunciar una palabra
si ésta antes no explota en mi garganta.
Porque siento que cada transformación
inmoviliza el universo.
Yo misma soy una estrella congelada
que viaja del centro a las aristas
y sólo,
al profundizar en su centro
se libera,
no quiero servicios
servidumbres encubiertas,
mundos virtuales
ni palabras que me debiliten
ni poderes que se deshacen como bosta seca,
porque cuando Prometeo le dio
el rayo a los Hombres,
la víbora perdió su veneno
y aquellos su Pan...
Voy a ver que se mueve bajo el agua del río
y la tintura del álamo que sangra.

Y todo continuará como siempre.

Cuando la nostalgia de las formas
llora, llora,
y se deshace caleidoscópica.
Cuando el hombre es hombre,
y luego un pez,
y una nube vaporosa;
llora, llora,
y se mira al espejo
y le gusta verse llorando...
Entonces yo,
la serpiente venenosa
volveré a hacer el mal.
Y todo continuará como siempre.

Narciso

Dentro del embudo de zinc
relampaguean sobre mí
lumínicos.
Rebotan y se expanden
como el eco retumbante de un amor deseperado.
A mi paso se prolonga
el húmedo reflejo.
Veo,
a lo lejos,
nuevamente mi propia imagen.

Nautilus

Lenta transformación
de las cosas
sobre la superficie
extensa
de la ola.
A gran profundidad
silencio:
para la búsqueda de sí
que experimenta Nautilus
en elástico zig-zag.
Veo de cerca.
Voy a esperar
desde aquí,
la explosión de su corazón dinamita.

La muerta

Demasiado entusiasmo
desborda en una curva.
Harta de cosas
explícitas o sugeridas.
( Mejor dicho ),
harta de cosas;
abandono.
Y
encuentro el verso
entre la bruma
en el sinfín que se ahoga
la recolectora de algas.

El ahorcado

Entre el cielo y la tierra:
liviano.
Como en un sueño
ajita el aire
con sus suaves movimientos.
El oficio pendular
de su cuerpo suspendido
marca
un ritmo obsesivo
en la cabeza
una sensación
de vértigo en el pecho
que se abre
se infla de oxígeno
y transforma
ante mis ojos
de la naturaleza
la muerte.

Tetsuo

Tetsuo.
El príncipe de lo multiforme
expira luces y colores
en el instante previo a la explosión.
No imagina Tetsuo
que sus manos tranquilizan
la ondulante incertidumbre de los planetas.
No imagina Tetsuo
Que el laberinto digital de sus pulgares
resuelve el misterio del tiempo.
Del viento.
No imagina Tetsuo
la insignificancia de la capa y el cetro;
no imagina el origen de su poder-hacer.
No imagina que el hombre lo observa
y sólo ve,
los dramáticos vaivenes de su anatomía.

Astronauta

A gran velocidad
deja atrás
una multitud de tallos vencidos.
De a poco la Tierra
transforma el recuerdo,
un planeta más...
Traspasa
la fragilidad de una capa
y siente
el desamparo del último sonido.
Una bocanada lo succiona
espacio adentro
Venus ya no late
como mariposa translúcida
también es
un planeta más.
Magnitud que inutiliza
la velocidad de su nave.

Terrible Monstruo

Comenzó por devorarme.
Vi como
hambriento
empujaba con sus músculos las olas.
Ahora
en su interior
no opongo resistencia.
Y sin miedo
abro los ojos.
Mientras caigo por su garganta
acepto con placidez
las transparencias y los nácares
la turbulencia de las algas
el movimiento voluptuoso
de los peces
la fogosidad de los corales
febril
a través de las corrientes hasta marearme...

La Virgen Niña

La Virgen niña
duerme a la sombra en el desierto arenosa.
Sueño de rosas
para la Virgen de las cosas.
Total hay un Dios, adentro y afuera
(de la enredadera).
Y como el perfume de la indiferencia:
pura inocencia cambia de forma.

Octopus

Octopus se desplaza
En repentinas convulsiones:
Rodea las formas
Hasta inundar
Todos los intersticios.
A ojos cerrados
Expande sus puntas
Contrae sus puntas
(no sin dolor)
y atrae hacia sí el alimento.
En las profundidades
Para Octopus
No hay decepciones...


Pampa

A través de la pampa
Continua
Yo
Soy el único accidente:
Sobre mi cuerpo
Se pliegan los caminos
Hacia mí
Se dirigen los rumores
Que anuncian
La descarga eléctrica
Contra mí.
Desde aquí la mirada
Multiplica su alcance
Reproduce
A mi alrededor
Un remolino microscópico
De transformaciones.

La revelación mesmérica

Mejor así,
inmóvil.
Porque observo;
el movimiento de la materia indivisible.
Desde aquí, ahora.
Mejor así,
invariable.
Porque giro;
y para las agujas del reloj el tiempo no es lineal.
Y ahí ahí,
justo ahí,
en el corazón del silencio
como en la intimidad de mi muerte
parece imposible decir que Dios no existe

La transformación del amor. El esclavo.

La luz de neón
invade democrática:
a la izquierda
filamentos ondulantes en serpenteo tornasol
( probablemente pelo de mujer ).
A la derecha tus manos
y la mitad del sonido.
A ras del suelo Tacoaguja
circula en busca
de los pies del traidor.
Desde la plataforma tengo suerte
porque todos me miran
y puedo reconocerme
en sus pupilas.
Ahí ahí,
estoy yo.
Recibiendo
el amor de los aplausos.

La transformación del caos. Babaperla

En el equinoccio de primavera
llagaron las arañas.
Del centro a la periferia
establecen alertas
la red de los objetos.
Como el vaivén inmóvil
que decide
la suerte del gato
en torno a la pecera.
Así,
la reina Babaperla
expande sus puntas
desdibujando los contornos.
En el pantano
de un temor oblicuo
nació la esfera.

La transformación de la ciudad. Transeúnte.

Sólo cadencia y ritmo
paisajes cubiertos de autopistas
y veinte muertos por día
gente-remolino
ávida pero sin deseos
frente al kiosco un chico pide
algo... Y despúes otra cosa,
globo globo
a través del lejano oeste
del cercano oriente
yo soy el otro y el otro es yo
hasta que leo: 'neumáticos, alineación y balanceo'
y el río no sale de madre
y el árbol sigue creciendo
debo encontrar primero
la armonía de mi propio movimiento.

Transformación del yodo. Captación tiroidea

Procedo
despreocupada
a la ingestión de iodo radioactivo.
Probablemente tiña mi espuma
con delicados tonos cálidos.
Imperceptible:
materia efervescente
que capta
la agitación de mis partículas.


El fin

Hay un lugar
en el mar
hay un lugar
donde dos mundos niegan
su singularidad.
Manos blancas
para la muerte
en el mar.
Es la Bruma
que desciende
en el límite del horizonte de esta línea.


Océano


Comenzó por devorarme.
Vi como
hambriento
empujaba con sus músculos las olas.
Ahora
en su interior
no opongo resistencia.
Y sin miedo
abro los ojos.
Mientras caigo por su garganta
acepto con placidez
las transparencias y los nácares
la turbulencia de las algas
el movimiento voluptuoso
de los peces
la fogosidad de los corales
febril
a través de las corrientes
hasta marearme.




Tornado

Momentos antes la atmósfera
se vuelve sofocante
la noche
ha descendido
prematuramente.
Nubes
de extraña coloración
corren enloquecidas.
Algunas
se precipitan hacia la tierra
adoptando el aspecto
de esferas irregulares.
En medio de la confusión de masas
en movimiento
ciertos entes vaporosos
empiezan a girar
alrededor de otros formando
la columna del tornado:
una enorme serpiente verde
asoma sus colmillos
resplandecientes.
Puntos oscuros
en las paredes semitransparentes de la tromba
producen una revolución
cada dos segundos.
Repentinamente
la violencia absorbente de los vientos rotatorios
levanta árboles enteros
que sobrevuelan
como pájaros deformados.
Gemidos agudos
no permiten distinguir
el ruido causado
por el derrumbe de edificios
y la destrucción
de otros objetos.
En ese instante frente a mis ojos
Lo hermoso es feo
lo feo es hermoso
revoloteando por entre la niebla
y el aire impuro.




Vesubio

La abertura vuelca
su interior:
materias abrazadas.
Aire
es indispensable
para la combustión.
Sin embargo
sólo veo
llamas crepitantes
evolucionando
con estrépito
hacia el cieloscuro.
De pie
ante la columna ardiente
enajenada.



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Poemas tomados de: http://www.zapatosrojos.com.ar/Biblioteca/Julia%20Sarachu.htm